Uno de los mecanismos que más usamos las personas para poder gestionar el malestar causado por estas emociones es el apoyo social, elemento imprescindible en la vida de las/os adolescentes y jóvenes. Durante la pandemia, estos colectivos se han visto obligados al distanciamiento social e incluso al aislamiento. El contacto con los iguales permite la sensación de pertenencia al grupo, pero no solo eso, sino que también permite compartir experiencias, aprendizajes y desaprendizajes, algo esencial para la formación de la identidad y la personalidad del/a futuro/a adulto/a. 

La ausencia de estos procesos ha provocado la aparición de alteraciones en el estado de ánimo que son fuentes de malestar como el estrés, la ansiedad, la depresión y el aburrimiento. Entonces, ¿cuáles han sido los mecanismos que estos jóvenes han utilizado para manejar el malestar?

Diversos estudios han mostrado que una de las estrategias de afrontamiento más utilizadas por los jóvenes ha sido el consumo de sustancias. Durante los primeros meses de la pandemia y, coincidiendo con el confinamiento más estricto, se ha observado que el consumo de alcohol y cannabis en jóvenes que ya consumían antes de la pandemia, ha aumentado. Ambas sustancias se han utilizado para aliviar el malestar derivado de emociones negativas como la soledad, la tristeza y de alteraciones como la depresión o el estrés. 

En cuanto al alcohol, se ha observado un cambio en el patrón de consumo respecto antes del inicio de la pandemia: antes de la COVID-19 el consumo era menos frecuente, pero en mayores cantidades, mientras que ahora se trata de un consumo mucho más frecuente, en cantidades menores. También han cambiado las motivaciones que detonan el consumo de alcohol: mientras que antes del inicio de la pandemia el consumo se enmarcaba en contextos sociales, actualmente es el estado de ánimo deprimido el que motiva el consumo. En cuanto al consumo de cannabis en jóvenes que ya consumían antes de la pandemia, este ha aumentado sobre todo como respuesta al aislamiento social, por lo que la emoción que impulsa al consumo es el aburrimiento, en lugar de los motivos de celebración, que eran los que precipitaban el consumo antes de la pandemia. De hecho, se ha observado un aumento del 20% del consumo de cannabis en aquellos jóvenes que han tenido que permanecer aislados. 

Además del aumento del consumo, lo que inquieta más a las familia y profesionales de la salud son los motivos por los que este colectivo utiliza el consumo de sustancias. Como ya se ha visto, el principal motivo es el alivio del malestar ocasionado por las emociones desagradables, un hecho que nos sugiere que una de las principales tareas pendientes como sociedad es implementar estrategias de detección precoz de las alteraciones del estado de ánimo. El principal objetivo que planteamos desde las consultas de salud mental es identificar las fuentes de malestar y ofrecer estrategias que se basen en el afrontamiento saludable y en la lectura adaptativa de los hechos, en lugar de utilizar estrategias de evitación que conducen al placer y alivio momentáneo, pero no a la resolución del conflicto. 

En conclusión, ofrecer herramientas y estrategias de afrontamiento basadas en el reconocimiento de las emociones desagradables y en hacer una lectura adaptativa y realista de las mismas, así como en la aceptación y en el afrontamiento del malestar, nos permite disminuir la prevalencia de uno de los principales problemas de salud pública. 

Bibliografía:

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